Al final, nuestra existencia para los demas no dista mucho de la que tiene una prenda cualquiera en las nuestras. Lo vemos, nos gusta porque pensamos que nos va a aportar algo mas o menos bueno, lo compramos, y lo utilizamos hasta que llegue al epílogo de su vida útil, y entonces, ¿qué pasará con él? ¡Quién sabe!
Depende de que haya significado el artículo, será más fácil desprenderse de él o no, pero lo que está claro, que antes o después, lo abandonaremos en las sombras del existir para siempre. Nunca más lo volveremos a ver. Nunca más lo tocaremos, lo palparemos, lo oleremos, nada. Nunca más.
¿Cómo desprenderse de las cosas intangibles? ¿De la amistad, del cariño, del amor? ¿De esos a los que creemos amigos? ¿De los que tenemos la certeza que lo han sido en verdad? ¿De los que siguen siéndolo aun sin comprenderlos?
El ocaso de las cosas intangibles comienza en el momento que se aglutinan todo este tipo de ideas en la mente, como proyectiles se clavan y no hay escudo que nos salve.
El problema no es que acabe y no se reutilice, sino que sea sustituido por otro peor.
¿Cómo aceptar una sustitución? ¿Cómo aceptar quedarse en el banquillo cuando siempre fuiste el jugador principal del partido que allí se jugaba?
Es el tiempo quien lo acepta por nosotros...
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