A veces no veo la salida en el tunel, no veo la luz. Presiento que no la veré jamás. No sé qué hacer con ese razonamiento. ¿Alegrarse o entristecerse de saber lo que pasará en cada momento?
La realidad es un bucle sin final. Todos sabemos el siguiente paso, si realizamos una acción es por el mero hecho de cercionarnos que será como pensamos que iba a ser, de eso hay un 50% de posibilidades. Pérdidas y ganancias. ¿Son ecuánimes los porcentajes de las mismas? ¡Quién sabe! Sólo lo sabremos al estrellarnos en la inmensidad de la nada, junto a nuestras existencias, vacias e insulsas.
martes, 7 de diciembre de 2010
jueves, 4 de noviembre de 2010
Nunca más...
Al final, nuestra existencia para los demas no dista mucho de la que tiene una prenda cualquiera en las nuestras. Lo vemos, nos gusta porque pensamos que nos va a aportar algo mas o menos bueno, lo compramos, y lo utilizamos hasta que llegue al epílogo de su vida útil, y entonces, ¿qué pasará con él? ¡Quién sabe!
Depende de que haya significado el artículo, será más fácil desprenderse de él o no, pero lo que está claro, que antes o después, lo abandonaremos en las sombras del existir para siempre. Nunca más lo volveremos a ver. Nunca más lo tocaremos, lo palparemos, lo oleremos, nada. Nunca más.
¿Cómo desprenderse de las cosas intangibles? ¿De la amistad, del cariño, del amor? ¿De esos a los que creemos amigos? ¿De los que tenemos la certeza que lo han sido en verdad? ¿De los que siguen siéndolo aun sin comprenderlos?
El ocaso de las cosas intangibles comienza en el momento que se aglutinan todo este tipo de ideas en la mente, como proyectiles se clavan y no hay escudo que nos salve.
El problema no es que acabe y no se reutilice, sino que sea sustituido por otro peor.
¿Cómo aceptar una sustitución? ¿Cómo aceptar quedarse en el banquillo cuando siempre fuiste el jugador principal del partido que allí se jugaba?
Es el tiempo quien lo acepta por nosotros...
Depende de que haya significado el artículo, será más fácil desprenderse de él o no, pero lo que está claro, que antes o después, lo abandonaremos en las sombras del existir para siempre. Nunca más lo volveremos a ver. Nunca más lo tocaremos, lo palparemos, lo oleremos, nada. Nunca más.
¿Cómo desprenderse de las cosas intangibles? ¿De la amistad, del cariño, del amor? ¿De esos a los que creemos amigos? ¿De los que tenemos la certeza que lo han sido en verdad? ¿De los que siguen siéndolo aun sin comprenderlos?
El ocaso de las cosas intangibles comienza en el momento que se aglutinan todo este tipo de ideas en la mente, como proyectiles se clavan y no hay escudo que nos salve.
El problema no es que acabe y no se reutilice, sino que sea sustituido por otro peor.
¿Cómo aceptar una sustitución? ¿Cómo aceptar quedarse en el banquillo cuando siempre fuiste el jugador principal del partido que allí se jugaba?
Es el tiempo quien lo acepta por nosotros...
jueves, 21 de octubre de 2010
The beginning is the end is the beginning...
Sé que hace mucho tiempo que aquí no escribo nada, pero creo que me veo obligada a volver a las andadas. Necesito expresarme de alguna forma. Mi diario de papel convencional, ya no me consuela por las noches o en mis tantos momentos de soledad a lo largo del día.
Hay que hacer la colada ya. Esa es la síntesis de todo lo que me ocurre. Vas andando por tu camino por el mundo, con tu cesta de la ropa, al igual que todos los individuos existentes sobre la capa de la Tierra, y se nos van cayendo artículos de la misma, más o menos grandes, más o menos molestos, más o menos limpios... y los vamos recogiendo los demás.
Limpieza existencial. ¿Por qué hay tanta mierda en el mundo? ¿Por qué la gente no se molesta en limpiar la suya? porque a mi no me reporta ningún tipo de beneficio limpiar la de los demás, aparte del no tropezón que me daré con ella en el futuro, ya que otro beneficio que pudiera dárseme a cambio sería mi propia satisfacción por hacerlo, pero eso del amor al arte nunca ha entrado en mis planes de futuro, y no lo va a empezar a ser ahora...
Todos se jactan de formar parte del reciclaje de la materia, ¿pero acaso realizan otro tipo de reciclajes? Los veo más necesarios... Porque aunque nos negemos a afirmarlo abiertamente, la Tierra está totalmente corrompida por dentro y esto tiene una fecha de caducidad mucho más cercana de la que los visionarios predicen...
Firmado: El escuadrón contra los residuos no retornables
Hay que hacer la colada ya. Esa es la síntesis de todo lo que me ocurre. Vas andando por tu camino por el mundo, con tu cesta de la ropa, al igual que todos los individuos existentes sobre la capa de la Tierra, y se nos van cayendo artículos de la misma, más o menos grandes, más o menos molestos, más o menos limpios... y los vamos recogiendo los demás.
Limpieza existencial. ¿Por qué hay tanta mierda en el mundo? ¿Por qué la gente no se molesta en limpiar la suya? porque a mi no me reporta ningún tipo de beneficio limpiar la de los demás, aparte del no tropezón que me daré con ella en el futuro, ya que otro beneficio que pudiera dárseme a cambio sería mi propia satisfacción por hacerlo, pero eso del amor al arte nunca ha entrado en mis planes de futuro, y no lo va a empezar a ser ahora...
Todos se jactan de formar parte del reciclaje de la materia, ¿pero acaso realizan otro tipo de reciclajes? Los veo más necesarios... Porque aunque nos negemos a afirmarlo abiertamente, la Tierra está totalmente corrompida por dentro y esto tiene una fecha de caducidad mucho más cercana de la que los visionarios predicen...
Firmado: El escuadrón contra los residuos no retornables
viernes, 23 de abril de 2010
Eitb, ¿y el futuro ya no soñado?
Aquí estamos una vez más, por otro trabajo de clase, claro estaba, que a estas alturas de la vida no me sobra mucho el tiempo como para escribir por estos lares por simple placer narrativo.
Esta vez la culpa la ha tenido la asignatura de documentación informativa.
El trabajo en cuestión consistía en ir a visitar un centro de documentación y dar respuesta a todos los interrogantes que nos pudieran surgir sobre el mismo.
En el momento que nos dijeron dónde podíamos ir, pensamos primeramente en la Eitb, no sabría decir porqué, pero después de haber ido, si podría retroceder en el tiempo, seguramente no tomaría la misma decisión.
Creo que escogí aquel lugar, porque desde la humilde perspectiva de la que disfrutaba en mi infancia, siempre tuve la esperanza y las ganas de trabajar en la Eitb, por eso, es aún el día que siempre que surge alguna oportunidad de visitarla, me dispongo a ello sin dudarlo en demasía.
Las perspectivas cambian con el paso de los años y de la vida, y lo de trabajar en la Eitb deja de ser la meta más alta que crees que podrías alcanzar en tu vida, o deja de ser el trabajo más deseado estar 8 horas sentado frente la pantalla de un ordenador, porque de ser así mi futuro, no distaría mucho de lo que vivo actualmente. Siendo la única diferencia que sentándome en las sillas de esa entidad, algún euro entraría en mi bolsillo, y ahora salen todos a raudales.
Esta vez la culpa la ha tenido la asignatura de documentación informativa.
El trabajo en cuestión consistía en ir a visitar un centro de documentación y dar respuesta a todos los interrogantes que nos pudieran surgir sobre el mismo.
En el momento que nos dijeron dónde podíamos ir, pensamos primeramente en la Eitb, no sabría decir porqué, pero después de haber ido, si podría retroceder en el tiempo, seguramente no tomaría la misma decisión.
Creo que escogí aquel lugar, porque desde la humilde perspectiva de la que disfrutaba en mi infancia, siempre tuve la esperanza y las ganas de trabajar en la Eitb, por eso, es aún el día que siempre que surge alguna oportunidad de visitarla, me dispongo a ello sin dudarlo en demasía.
Las perspectivas cambian con el paso de los años y de la vida, y lo de trabajar en la Eitb deja de ser la meta más alta que crees que podrías alcanzar en tu vida, o deja de ser el trabajo más deseado estar 8 horas sentado frente la pantalla de un ordenador, porque de ser así mi futuro, no distaría mucho de lo que vivo actualmente. Siendo la única diferencia que sentándome en las sillas de esa entidad, algún euro entraría en mi bolsillo, y ahora salen todos a raudales.
sábado, 20 de marzo de 2010
La noria sin final...
Después de mucho tiempo sin frecuentar estos lares, me he decidido a volver a escribir por aquí.
En todo este tiempo no ha pasado nada particular en la vida de la ponente: hubo exámenes con diversos resultados más o menos favorables, y el comienzo del nuevo cuatrimestre, más penoso en cuanto a interés de las asignaturas si cabe, que el anterior.
En estos momentos, en los que no pasa nada especial, sólo es tiempo de pensar.
Pensar en el futuro, en lo que está pasando, ha pasado o en lo que pasará.
El comienzo de la primavera, es un periodo de renovación al menos en el plano de la naturaleza que nos rodea. Por lo que, como animales que somos, también buscamos la regeneración en nuestro interior de una forma similar. Aunque esto quede en vano intento.
Empieza a carcomer en mi cabeza la idea de siempre, la de abandonarlo todo ya. Comenzar algo nuevo ¿pero qué? ¿y en dónde? Esto cada día parece más pequeño, o nos hace empequeñecer.
Con el fantasma de los exámenes tan cerca tampoco se puede pensar fríamente en nada. Con este, serían tres años ¿perdidos? ¡Quién sabe!
Me queda el consuelo de toda esa gente que he conocido en ese camino, los que siguen ahí y los que estuvieron en una parte de él, y los que espero, comiencen a estarlo alguna vez.
Y en el principio está el fin y viceversa, porque esto es una noria que no podrá parar jamás.
En todo este tiempo no ha pasado nada particular en la vida de la ponente: hubo exámenes con diversos resultados más o menos favorables, y el comienzo del nuevo cuatrimestre, más penoso en cuanto a interés de las asignaturas si cabe, que el anterior.
En estos momentos, en los que no pasa nada especial, sólo es tiempo de pensar.
Pensar en el futuro, en lo que está pasando, ha pasado o en lo que pasará.
El comienzo de la primavera, es un periodo de renovación al menos en el plano de la naturaleza que nos rodea. Por lo que, como animales que somos, también buscamos la regeneración en nuestro interior de una forma similar. Aunque esto quede en vano intento.
Empieza a carcomer en mi cabeza la idea de siempre, la de abandonarlo todo ya. Comenzar algo nuevo ¿pero qué? ¿y en dónde? Esto cada día parece más pequeño, o nos hace empequeñecer.
Con el fantasma de los exámenes tan cerca tampoco se puede pensar fríamente en nada. Con este, serían tres años ¿perdidos? ¡Quién sabe!
Me queda el consuelo de toda esa gente que he conocido en ese camino, los que siguen ahí y los que estuvieron en una parte de él, y los que espero, comiencen a estarlo alguna vez.
Y en el principio está el fin y viceversa, porque esto es una noria que no podrá parar jamás.
sábado, 16 de enero de 2010
Seguimos en la edad de piedra...
Ha finalizado ya la andadura obligatoria por estos lares.
Algunos dirán, por fin. No es ese mi caso.
Seguiré escribiendo en este blog hasta que deje de tener cosas que decir.
En ese momento, me retiraré de la profesión en la que me estoy formando y me haré bibliotecaria, trabajo que me llenaría con creces mis ganas de aprender de todo tipo de cuestiones mundanas.
Es tan triste no tener nada qué decir, nada sobre lo que hacerse preguntas.
El otro día comprendí que no todo el mundo es como nosotros mismos, aunque pensemos que todo estamos cortados con el mismo patrón. Me di cuenta, de que hay gente simple, que no estoy llamando tonta, corta retrasada ni ningún apelativo parecido en absoluto, simplemente son simples valga la redundancia.
No ven la necesidad de pensar más allá de sus narices. No ven el porqué pensar en las intenciones que hacia nosotros tienen los que nos rodean, no pensar más allá de la información que nos viene dada por los sentidos, que todos sabemos que ya es bastante distorsionada de por sí desde su origen.
No lo ven. No ven nada.
Además se dignan a tildarnos a los demás, que por cierto cada vez somos menos, de raros, complicados, negativos, permanentemente enfadados con nuestro entorno, manipuladores, maquiavelos, y demás adjetivos del estilo. Que a decir verdad, no me desagrada ninguno.
Podría decirse que hasta me siento orgullosa de algunas de estas denominaciones que se me han dado a lo largo de los años. No veo nada malo en pensar que toda acción hacia nosotros de otra persona puede llegar a llevar consigo un interés oculto más allá de lo que se puede percibir a simple vista.
Cualquiera que tenga dos dedos de frente lo pensará. Y lo considero lo más normal y creo que es como deberíamos llevar a cabo todos nuestra vida, así habría menos errores de por medio, menos malinterpretaciones. El que piense el porqué de todo, lo dirá o no, esa es otra cuestión, depende de las reservas con las que vivas en tu vida, pero lo pensará.
Grave me parece que no se piense en las consecuencias que se pueden buscar en una acción determinada o las que puede acarrear una acción que realicemos sin haberla meditado bien anteriormente. Y lo más grave, es que no se piense en nada y se vea raro desarrollar el único acto que nos diferencia de los animales, razonar. ¿O es que no queremos convertirnos en seres humanos aún?
Algunos dirán, por fin. No es ese mi caso.
Seguiré escribiendo en este blog hasta que deje de tener cosas que decir.
En ese momento, me retiraré de la profesión en la que me estoy formando y me haré bibliotecaria, trabajo que me llenaría con creces mis ganas de aprender de todo tipo de cuestiones mundanas.
Es tan triste no tener nada qué decir, nada sobre lo que hacerse preguntas.
El otro día comprendí que no todo el mundo es como nosotros mismos, aunque pensemos que todo estamos cortados con el mismo patrón. Me di cuenta, de que hay gente simple, que no estoy llamando tonta, corta retrasada ni ningún apelativo parecido en absoluto, simplemente son simples valga la redundancia.
No ven la necesidad de pensar más allá de sus narices. No ven el porqué pensar en las intenciones que hacia nosotros tienen los que nos rodean, no pensar más allá de la información que nos viene dada por los sentidos, que todos sabemos que ya es bastante distorsionada de por sí desde su origen.
No lo ven. No ven nada.
Además se dignan a tildarnos a los demás, que por cierto cada vez somos menos, de raros, complicados, negativos, permanentemente enfadados con nuestro entorno, manipuladores, maquiavelos, y demás adjetivos del estilo. Que a decir verdad, no me desagrada ninguno.
Podría decirse que hasta me siento orgullosa de algunas de estas denominaciones que se me han dado a lo largo de los años. No veo nada malo en pensar que toda acción hacia nosotros de otra persona puede llegar a llevar consigo un interés oculto más allá de lo que se puede percibir a simple vista.
Cualquiera que tenga dos dedos de frente lo pensará. Y lo considero lo más normal y creo que es como deberíamos llevar a cabo todos nuestra vida, así habría menos errores de por medio, menos malinterpretaciones. El que piense el porqué de todo, lo dirá o no, esa es otra cuestión, depende de las reservas con las que vivas en tu vida, pero lo pensará.
Grave me parece que no se piense en las consecuencias que se pueden buscar en una acción determinada o las que puede acarrear una acción que realicemos sin haberla meditado bien anteriormente. Y lo más grave, es que no se piense en nada y se vea raro desarrollar el único acto que nos diferencia de los animales, razonar. ¿O es que no queremos convertirnos en seres humanos aún?
jueves, 14 de enero de 2010
Última declaración velada del humo de mi interior
Quiero que seas mi éter permanente.
Lléname de ti.
Hazme volátil y soluble a este incisivo dolor,
que nunca persiste en sus intentos de hacer de la vida, un acto más difícil si cabe.
Necesito la ligereza en mis movimientos que un día me arrebataste,
al venderme el humo que te sobraba de tus víveres más detestables.
Con un poco del sobrante de la destilación de tus entrañas,
calciné todos los obtusos recuerdos que aún permanecían en mis más locuaces ideas de las horas más vespertinas,
en las que todavía llegaba a absurdas conclusiones,
en las que todavía éramos tú y yo,
y podíamos volver a recuperar lo que un día fuimos.
Éramos lo que parecía una unión irrompible,
la extensión el uno del otro.
No hacían falta palabras para describir nada,
sólo con una mirada al otro, lo sabíamos todo.
Tampoco hacían falta etiquetas,
ni compromisos escritos en papel.
¿En qué momento se fue todo al traste?
En el momento en el que las protagonistas palabras salieron a la luz.
No supieron explicarse con la fluidez que se les exigía,
y así acabó todo,
como un burdo malentendido más.
El otro error fue intentar convertir lo etéreo a algo tangible.
Y éste, es el que hemos pagado más caro.
Lléname de ti.
Hazme volátil y soluble a este incisivo dolor,
que nunca persiste en sus intentos de hacer de la vida, un acto más difícil si cabe.
Necesito la ligereza en mis movimientos que un día me arrebataste,
al venderme el humo que te sobraba de tus víveres más detestables.
Con un poco del sobrante de la destilación de tus entrañas,
calciné todos los obtusos recuerdos que aún permanecían en mis más locuaces ideas de las horas más vespertinas,
en las que todavía llegaba a absurdas conclusiones,
en las que todavía éramos tú y yo,
y podíamos volver a recuperar lo que un día fuimos.
Éramos lo que parecía una unión irrompible,
la extensión el uno del otro.
No hacían falta palabras para describir nada,
sólo con una mirada al otro, lo sabíamos todo.
Tampoco hacían falta etiquetas,
ni compromisos escritos en papel.
¿En qué momento se fue todo al traste?
En el momento en el que las protagonistas palabras salieron a la luz.
No supieron explicarse con la fluidez que se les exigía,
y así acabó todo,
como un burdo malentendido más.
El otro error fue intentar convertir lo etéreo a algo tangible.
Y éste, es el que hemos pagado más caro.