domingo, 10 de enero de 2010

¿Todos tenemos algo en común...?

La tristeza invade el interior de esta habitación. No me gusta el negro que nos precede y el de la historia acontecida. No me gusta el gris que intentan vendernos nuestra existencia. No me gusta el blanco que nos rodea. Con él pretenden incentivar la pureza inexistente en nosotros. Si en mi mano estuviera, convertiría todo en algo más disparatado.

¿Convertido a un color? Sería el rojo, símbolo de la ¿vida? Me sugiere más a la muerte, el poder y la (auto) destrucción que llevamos en nuestro interior. Algo más real quedaría todo, sí. Se plasmaría el dolor en el ambiente para que no lo olvidáramos nunca antes de actuar o dejar que actúen con/por nosotros.

- ¡Destino! ¿Existes? ¡Ven aquí que te vea y te conozca! De paso, traete a la fiesta a tu amiga, la buena fortuna y al tan nombrado, el invisible amor. Podemos hacer una desaliñada ensalada, cargada de desgracias y despropósitos cumplidos. No sé si tendrá un sabor agradable el resultado, pero ingredientes para un buen viaje, no nos faltan.

Al menos será real, ¿o no? Casi que prefiero no saberlo. Os lo dejo a vuestra elección. Haced lo que queráis, como siempre. No importa el resultado, sólo el momento. Sólo importa el instante de irse y el placer impagable de saber saber que no se va a volver.

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