miércoles, 25 de noviembre de 2009

Añorando aquellos días...¿volverán?

Llegan los días de felicidad y consenso, de paz y amor. Pero, ¿quién sigue creyendo en esto?
El estrés aumenta en mi cabeza.
Las vacaciones de invierno, han dejado de ser lo que eran tres años atrás.
La universidad es un infierno.
Nunca tendrás un momento de libertad para tu vida personal. No. ¿Cómo se me ocurre, a veces, pensar en estas atrocidades?
Este curso, he dejado atrás la poca vida social que me quedaba.
Esto es lo que tiene irte a vivir a un pueblo en la ladera de un monte que la mayor conexión que tienes con el mundo es un Bizkaibus cochambroso cada hora y con un trayecto lleno de bombas antipersona, la enseñanza de calidad, mi antiguo afán de estudio, el gran ambiente de trabajo, las mejores compañías frecuentables, el escrutinio de alumnos por el beneficio de las calificaciones ( que es sabido, que no siempre se corresponde con el de aptitudes y capacidades de cada uno),y el eterno alhelo de buscar mi lugar en el mundo en epoca de exámenes, ya que aquí, y esto es algo que siempre he tenido claro, no lo encuentro.

Quiero un momento para hacer mi vida.
Para, como en los días de septiembre, tras los exámenes por supuesto, poder subir a una de las laderas que rodean a mi casa y poder disfrutar de una agradable lectura que te hiciera pensar, o evadirte, tumbarte en la húmeda hierba y escuchar música, o simplemente, escuchar el silencio. Los añoro. ¿Dónde estáis, esos maravillosos días de septiembre?

Quiero que se haga el silencio en mi cabeza.
Quiero un apagón mundial el día mundial de la hipocresía, que iba a decir que es el 25 de diciembre el de navidad, o el 31 de diciembre con la nochevieja, pero me estoy dando cuenta que últimamente, a todos nos gusta más disfrutar de los pequeños placeres diariamente, por lo que hemos convertido nuestra vida en el ETERNO DÍA DE LA FRATERNIDAD = HIPOCRESÍA.

Ahora sólo me queda la esperanza de aprovechar todos los momentos que dispongo para hacer mis deberes estudiantiles lo mejor que pueda para poder desaparecer de esta bendita universidad el ciclo que viene, y huir al que siempre he creído mi paraíso terrenal, Catalunya. Y pensar en la semana santa, que de santa tiene lo mismo que yo, para escapar de aquí e incomunicarme de todo.
Pero vamos, hasta que llegue ese momento, asi es la vida.
¿Y la muerte?
¿Cómo será?
Espero que algo mejor que el presente, porque reniego a estar condenada a una eternidad de fraternidad absoluta por todos los poros de mis conseres.
Algunas pesadillas son más halagüeñas que mi visión de futuro. Triste, pero cierto.

**A veces pienso que los de Vetusta Morla se inspiran en mi vida para escribir sus letras...

Vivos, muertos, brindando juntos, por un año más, un año menos que dolerse de esta herida y de esta luz.

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